¡Hola familias!, nos colamos en vuestras pantallas para contaros algo que seguro, en alguna ocasión, os ha llevado de cabeza. ¿Cuántos zapatitos de vuestros bebes, habéis perdido? ¿Cuántos habéis recuperado? Y ¿cuánto tiempo habéis perdido buscándolos? Pues si vuestros peques son como los míos, no tenemos dedos en las manos para contar las ocasiones que esto ha sucedido. Y la impotencia que da, poner guapos y guapas a nuestros retoños, salir a la calle y a la vuelta de la esquina ver que le falta un zapato… y ¿dónde estará ese zapato?, agacharte para buscar por debajo de los coches, desandas tus pasos mirando a tu peque a ver si te de alguna pista con sus ojos… preguntas a quien te encuentras enseñándole el otro zapatito y nada… no lo ves. Y otras veces con suerte, aparece debajo de algún coche o cerca de algún contenedor (ya sabéis lo que dice Murphy al respecto) sucio y con cosas pegadas… ya no se lo puedes volver a poner, y decides quitarle también el otro, y tu peque que ve que no lleva zapatos… ¿Cuánto tarda en quitarse los calcetines? ¿Y si a todo esto le sumamos que estamos en invierno a 3 grados bajo cero? Catástrofe…
Si no eres papá o mamá ahora mismo estarás esbozando una sonrisa llamándome exagerada o cosas peores, pero si por tu familia ha pasado un bebe sabes de lo que hablo, porque no conozco a nadie que no le haya pasado con sus hijos/as o nietos/as.
Os voy a contar porque sucede esto, porque tiene una explicación muy sencilla y una solución también muy sencilla: los talones de los bebes no tienen la misma forma que los de un adulto. Nosotros tenemos el talón desarrollado en un ángulo de 90º, poco redondeado ya, pero ellos tienen un talón redondito aun por desarrollar todos los tendones y músculos, entonces si no tenemos los pies iguales ¿porque les ponemos zapatos iguales, hechos de la misma manera, pero en pequeño?
Por el hueco que queda entre el zapato de suela dura y su ángulo de 90º y el talón redondito del bebe, se escapa el pie. Sencillo ¿verdad? Pues no. Cuando me puse a investigar porque perdía mi hijo todos los zapatos y después de muchas pruebas descubrí esta causa y di con la solución, una suela blanda recta corrida hacia el talón, que abrace el pie del bebe como si de un calcetín se tratara, pero con la ventaja que no se lo puede quitar. ¡Ya está!, nunca mas un zapatito terminara perdido. Y ¡sí!, patenté la suela y su diseño, no había nada en el mercado parecido y que ofreciera garantías. Cierto es que hemos testeado el calzado con muchos niños y niñas, y la efectividad es del 99%. Solo se le salen a una niña que ha aprendido a quitárselos haciendo varias piruetas y combinando varios movimientos, pero lo tenemos como caso excepcional digno de estudios superiores.
Ahora estamos trabajando en encontrar una solución para que la suela sea antideslizante con tejido natural, sin plásticos y puedan caminar con ellos más allá de sus primero pasos… pero eso os lo contare mas adelante, de momento os dejo aquí con una reflexión: los pies de los bebes deben ser cuidados como cuidamos de su cabecita cuando nacen, son igual de delicados, porque el desarrollo de los músculos y los tendones de sus piernas, marcará de por vida su forma de caminar evitando o propiciando lesiones, hará que se desarrolle su columna vertebral adecuadamente y todos entendemos lo importante que es, así que, el primer calzado que le ponemos para dar sus primeros pasos debe ser elegido en conciencia. ¡Feliz semana!